A pesar de su potencial, el desarrollo de la colaboración científica transdisciplinar (TDR) no está exento de obstáculos a diferentes niveles. En este último capítulo, presentamos algunas de las principales barreras y ofrecemos diversas recomendaciones y soluciones que puedan servir para impulsar este tipo de investigación científica.

La investigación transdisciplinar presenta además numerosas modalidades, algunas de ellas específicamente relacionadas con la colaboración con agentes sociales y stakeholders asociados a políticas públicas. Nos centraremos en este tipo de colaboraciones ya que creemos que llevan incorporadas otras posibles vías de investigación transdisciplinar.

La compartimentalización de la ciencia en disciplinas resulta inevitable y en muchos aspectos beneficiosa. Las diferentes áreas de conocimiento proporcionan límites en el ámbito de estudio, en los parámetros de interés y permiten profundizar en el conocimiento científico. Suponen un punto de partida claramente definido para emprender un proyecto de investigación, con unos conocimientos, metodologías y bases teóricas bien definidos, y así han realizado grandes contribuciones al conocimiento del mundo que nos rodea. Sin embargo, en términos generales, la mayoría de las disciplinas se han mantenido aisladas históricamente, es decir, han funcionado de manera fundamentalmente autónoma (Diaz-Andreu & Portillo, 2020; Galech, 2020). En la actualidad, y en cierta medida, siguen manteniendo su propia idiosincrasia, cada una con sus propios valores, conocimiento, epistemologías y métodos. Es por ello que las disciplinas se pueden definir como “islas” de ideas y prácticas que comparten una identidad, un propósito y unas formas de trabajo definidas, y que pueden estar más o menos conectadas entre ellas a través de relaciones de cooperación o incluso de conflicto (Clark et al., 2011; Romanowska, 2020).

Estas dinámicas históricas han generado una estructuración específica no sólo del marco conceptual en el que se desarrolla la actividad científica, sino también de los itinerarios curriculares, de la estructura institucional y académica que materializa las políticas científicas, y de cómo etiquetamos las investigaciones y nuestros propios perfiles en los procedimientos administrativos. Esta compartimentación de la ciencia tiene influencia a varios niveles sobre nuevas dinámicas como la investigación TDR:

  • A nivel de planificación y desarrollo, las propuestas TDR suelen requerir de un tiempo adicional para lograr un consenso acerca de los objetivos a plantear, así como para formar al equipo en nuevos conocimientos o metodologías. A su vez, dado generalmente el mayor alcance de los objetivos TDR, suelen necesitar plazos de ejecución superiores. Normalmente, un marco temporal de cinco años, tiempo que supera al habitual en la mayoría de los sistemas de financiación actuales, es el más adecuado para el desarrollo de un proyecto TDR (Bina et al., 2017).
  • En términos de evaluación en las convocatorias de financiación, los comités científicos se suelen constituir de forma efectiva en paneles de revisión organizados de acuerdo con las disciplinas académicas y/o áreas de conocimiento. Las convocatorias actuales obligan a adscribir los proyectos TDR a categorías y áreas de conocimiento cerradas (aún en el caso de poder elegir una segunda área y subárea), lo cual dificulta y ensombrece su evaluación, dificultando la obtención de financiación. Si bien es cierto que, en convocatorias de proyectos coordinados, cuando se presentan proyectos MDR compuestos de varios subproyectos pertenecientes a disciplinas/áreas de conocimiento diferentes, dichos subproyectos suelen ser evaluados individualmente por expertos en su propia disciplina/área de conocimiento, también es cierto que sí que resulta más difícil la evaluación de proyectos que interseccionan disciplinas (IDR, TDR).
  • En la esfera administrativa, los proyectos TDR generalmente no sólo coordinan procesos que engloban varias disciplinas, sino que también suelen ser multiinstitucionales, con la dificultad adicional de sincronizar varias entidades en el ámbito puramente administrativo y burocrático.
  • En lo referente a la evaluación de los resultados científicos de los proyectos TDR en el plano individual, cabe destacar que las políticas de recursos humanos en el mundo académico se organizan en base a perfiles disciplinares (ver por ejemplo los criterios de evaluación de perfiles PDI de la ANECA). Además, aunque el trabajo TDR es prometedor, como carrera profesional puede resultar una opción arriesgada, especialmente para el personal docente e investigador joven. Los trabajos resultantes de proyectos TDR suelen tener un mayor número de autores, y el reconocimiento en número de citas suele producirse con cierto retraso respecto a trabajos disciplinares -suelen recibir menos citas en los primeros tres años de su publicación, aunque estas se incrementan significativamente posteriormente (Wernli & Darbellay, 2016; Wilthagen, Aarts, & Valcke, 2018)-, lo cual puede ser un potencial problema a corto plazo, especialmente en las fases iniciales de las carreras científicas.
  • Por último, en relación con la educación y formación de perfiles TDR, si bien la comunidad académica sostiene desde hace años que la formación de perfiles TDR puede tener un valor agregado relevante dada su resiliencia, la pregunta sobre la etapa en la que la diversificación de la formación será más efectiva permanece abierta. Por lo general, se sigue considerando que el conocimiento básico de una determinada disciplina es requisito previo a la formación TDR, sin que en la mayoría de los casos los perfiles plenamente orientados a la interdisciplinariedad se diseñen de forma integral.

1. Hoja de ruta para una investigación transdisciplinar; soluciones y recomendaciones

Las instituciones responsables de la creación de políticas científicas (sea a nivel regional, estatal o global) tienen un papel clave en el diseño y desarrollo de proyectos y programas de investigación, así como en la consecución del desarrollo tecnológico y la innovación (Bocanegra-Barbecho, 2020; La Roca, 2020; Spaapen y van den Akker, 2017).

Es importante que, en los ámbitos de toma de decisiones en políticas científicas, se identifiquen y definan claramente los múltiples términos empleados para referirse a las prácticas colaborativas de investigación que integran a varias disciplinas (MDR, IDR, TDR, ver capítulo 2), ya que resulta fundamental para desarrollar argumentos a favor o en contra de la financiación, la promoción y la evaluación de los programas TDR.

Asimismo, la inclusión de directrices claras en torno a la TDR en las convocatorias de programas y proyectos de investigación ayudaría al personal investigador a elegir la convocatoria más apropiada, y a diseñar y desarrollar el plan de implementación de su propuesta en base a los requisitos de la convocatoria.

Finalmente, y como aspecto clave, cabe destacar que las entidades financiadoras pueden ayudar a mejorar el proceso de revisión y evaluación de proyectos reformando sus propios mecanismos de revisión y asegurando, dentro de los paneles evaluadores, la representación tanto de la experiencia necesaria en las disciplinas específicas, como de perfiles específicamente TDR.

A pesar de la existencia de directrices en los programas de desarrollo científico, la mayoría de las instituciones académicas alertan de que todavía se encuentran muy lejos de poder ponerlas en práctica plenamente, tanto a nivel teórico como organizativo y de equipamiento (Bina et al., 2017; Wernli & Darbellay, 2016) . Por ello, presentamos a continuación diferentes medidas que se han identificado como posibles impulsoras de la investigación TDR por su potencial para ayudar a superar las problemáticas indicadas. La forma en la que está estructurado este apartado es la siguiente: en primer lugar, citamos explícitamente el aspecto sobre el que habría que trabajar y a continuación enumeramos las posibles líneas y sugerencias en ese ámbito de actuación (ver figura 1).

i. Financiación y evaluación

ii. Políticas científicas de las universidades y demás instituciones académicas

iii. Educación y formación

iv. Cualidades deseables en el IP de un proyecto TDR

v. Cualidades científicas del investigador TDR

 

Figura 1. Estructura del ámbito de las recomendaciones propuestas

1.1- Financiación y evaluación

En relación con los problemas de financiación y evaluación de los proyectos TDR podemos citar las siguientes soluciones (Clark et al. 2011; Committee on Key Challenge Areas for Convergence and Health; Board on Life Sciences; Division on Earth and Life Studies; National Research Council 2014; Derrick, E.G., Falk-Krzesinski, H.J., Roberts, 2011; Facilitating Interdisciplinary Research, 2005; Burmeister, N. &  Abrahamsen, M. T., 2017; Wernli y Darbellay, 2016; Wilthagen, Aarts, & Valcke, 2018);

Cambio en el modelo de inversiones en investigación:

  • Desarrollar programas de financiación diseñados específicamente para proyectos TDR, enfocados en la resolución de problemas de mayor envergadura, desde una perspectiva más global y transdisciplinar, en lugar de en áreas de conocimiento; a su vez, sería necesario flexibilizar los criterios de las convocatorias existentes (por ejemplo, fomentar propuestas que tengan múltiples investigadores principales, las cuales pueden ser muy útiles para complementar el modelo estándar de financiación de un solo investigador).
  • Ofrecer oportunidades de financiación que permitan a los investigadores de diferentes disciplinas desarrollar proyectos piloto; recopilar los datos iniciales necesarios e impulsar los nuevos modelos organizativos o enfoques apropiados para la puesta en marcha efectiva de proyectos TDR.
  • La financiación a largo plazo es necesaria para garantizar el progreso y/o el éxito de la investigación TDR, ya que este tipo de proyectos presentan períodos de inicio prolongados, tienen una importante curva de aprendizaje y están expuestos a un mayor índice de riesgo, siendo los tiempos de ejecución tradicionales de 2/3 años insuficientes.
  • Las entidades financiadoras pueden dirigir parte de la financiación a la colaboración mediante viajes, reuniones y otras actividades a través de las cuales los investigadores establecen y mejoran la comunicación necesaria para desarrollar las redes efectivas de colaboración y las estrategias de investigación TDR.

Cambios dirigidos a la generación de espacios y expertos en investigación TDR:

  • Brindar apoyo a las universidades y demás instituciones de investigación para que puedan contar con personal especializado, centros acondicionados y el equipo necesario para desarrollar tanto proyectos disciplinares como TDR.
  • Proporcionar mecanismos de financiación para que las universidades y centros de investigación puedan colaborar entre sí para abordar conjuntamente los problemas que presentan este tipo de iniciativas.
  • Eliminar las barreras administrativas y alentar explícitamente la colaboración entre los sectores académicos y no académicos, así como entre las esferas pública y privada (facilitando la financiación privada) para promover la investigación TDR. Un ejemplo arquetípico sería la colaboración entre universidades, industria y laboratorios, entre otros.

Cambios orientados a la evaluación de la investigación TDR:

  • Par reducir la problemática de la evaluación TDR, sería interesante analizar la posibilidad de actuar en dos direcciones: i) la inclusión de expertos TDR en los paneles, como ya se ha mencionado previamente, y ii) incluir criterios de evaluación adicionales (Balsiger, 2004) más allá de los criterios de impacto y productividad científica tradicionales de la evaluación disciplinar. En ese sentido, Julie T. Klein (2008) propone siete principios en torno a los que podría articularse la evaluación de la TDR: variabilidad de objetivos, variabilidad de criterios e indicadores, aprovechamiento de la integración, interacción de factores sociales y cognitivos en colaboración, gestión y liderazgo, iteración en un sistema comprensivo y transparente y efectividad.

1.2- Políticas científicas de las universidades y demás instituciones académicas

El éxito de las iniciativas TDR depende en gran medida del compromiso institucional. La mayoría de las universidades e instituciones de investigación han desarrollado reformas y planes estratégicos para equilibrar el fortalecimiento de las disciplinas y favorecer la investigación en clave de colaboración TDR. Entre las directrices y recomendaciones (Clark et al., 2011; Committee on Key Challenge Areas for Convergence and Health; Board on Life Sciences; Division on Earth and Life Studies; National Research Council 2014; Derrick, E.G., Falk-Krzesinski & H.J., Roberts, 2011; Facilitating Interdisciplinary Research, 2005; Burmeister, N., Abrahamsen, M. T. , 2017; Spaapen y van den Akker, 2017; Wernli & Darbellay, 2016; Wilthagen, Aarts, & Valcke, 2018) con el fin de generar redes colaborativas y fomentar el aprendizaje mutuo entre distintos grupos de investigación y distintos segmentos de la sociedad, cabe destacar:

  • El desarrollo de asociaciones, redes y programas conjuntos de investigación y transferencia tecnológica. Un ejemplo es la creación de plataformas de colaboración que faciliten la puesta en marcha de asociaciones de diverso tipo entre investigadores con intereses comunes. Tal es el caso de la plataforma Salud Global del CSIC, que integra más de 150 equipos de investigación dirigidos, a través de varios proyectos científicos, a lograr una visión global de la pandemia de la COVID-19, considerando desde la prevención hasta la divulgación.
  • La organización de congresos, conferencias, workshops, etc.
  • Flexibilizar las estructuras burocráticas para eliminar los obstáculos administrativos y de financiación a los que pueden tener que enfrentarse los departamentos y unidades académicas que trabajen en proyectos TDR.
  • Facilitar una organización flexible de los centros, institutos y/o laboratorios, con espacios y equipos reasignables para programas TDR. Para ello, resulta beneficioso el establecimiento de sistemas de afiliación mixta, que garanticen un mejor aprovechamiento de las infraestructuras, a la vez que facilitan la comunicación y el contacto entre investigadores de diferentes disciplinas y departamentos.
  • Favorecer el reclutamiento de perfiles TDR, tanto a nivel de estudiantes de posgrado, con potencial para formar parte de los equipos con perfil TDR, como de académicos postdoctorales con experiencia en investigación TDR.
  • Destinar un porcentaje de los costos indirectos de los proyectos a apoyar la infraestructura de las actividades de docencia e investigación que cruzan los límites departamentales, de centros y disciplinares.
  • Establecer comités asesores institucionales ad hoc (constituidos por investigadores que haya desarrollado con éxito programas TDR) tanto para nuevas propuestas TDR, como para trayectorias del personal investigador. Su asesoramiento podría ayudar no sólo a mejorar las propuestas de investigación, sino contribuir al surgimiento de colaboraciones y sinergias entre grupos pertenecientes a la propia institución y/o a otras.

I.3- Educación y formación

Idealmente, las instituciones académicas deberían incorporar en sus planes de investigación algunas de las siguientes propuestas para fomentar la TDR (Committee on Key Challenge Areas for Convergence and Health; Board on Life Sciences; Division on Earth and Life Studies; National Research Council 2014; Facilitating Interdisciplinary Research, 2005; Burmeister, N. & Abrahamsen, M. T., 2017; Wernli & Darbellay, 2016; Wilthagen, Aarts, & Valcke, 2018);

  • Desarrollar programas TDR de pregrado basados en problemas de relevancia social e incidiendo en conceptos básicos relacionados con el pensamiento crítico, la historia y la filosofía de la ciencia, las posiciones ontológicas y epistemológicas y los valores científicos (Galech, 2020).
  • Formar en investigación TDR a estudiantes, investigadores postdoctorales y docentes, proporcionando mecanismos tales como promover la formación en disciplinas distintas a las propias mediante estudios y pasantías en diversos campos e instituciones, la realización de ejercicios para combinar enfoques procedentes de múltiples disciplinas (Prignano & Lozano, 2020) o generando programas de capacitación más amplios que podrían abarcar técnicas de investigación TDR y habilidades de gestión de equipos TDR (Romanowska, 2020).
  • Formalizar la capacitación TDR mediante el reconocimiento de créditos de formación TDR tanto a estudiantes como al personal docente, y asegurar el reconocimiento académico de los trabajos TDR al personal docente/investigador.
  • Establecer líneas de trabajo claras y unos criterios de calidad adecuados para la realización de tesis doctorales TDR, tanto sobre aspectos teóricos como metodológicos.

1.4- Cualidades científicas del investigador TDR

Las reflexiones acerca de las cualidades propias al investigador TDR (Bruce et al., 2004; Galech, 2020; Wilthagen, Aarts, & Valcke, 2018), han identificado las siguientes:

  • Formación altamente transversal y/o curiosidad y disposición para aprender de otras disciplinas diferentes a las de origen.
  • Flexibilidad y adaptabilidad al continuo contexto cambiante de la investigación TDR, incluyendo una gran resiliencia y capacidad de trabajo en equipo.
  • Aceptación del riesgo y la incertidumbre inherentes a este tipo de trabajos.

1.5- Cualidades deseables en el IP de un proyecto TDR

La coordinación y gestión de proyectos y programas TDR requieren de una especial visión de conjunto tanto a nivel científico como de gestión, así como de una gran capacidad de liderazgo (Bruce et al., 2004; Spaapen & van den Akker, 2017):

  • Alta experiencia en su propia disciplina, así como respeto, interés y conocimiento de las distintas disciplinas involucradas en el proyecto TDR.
  • Una visión clara del proyecto en su conjunto y de los objetivos que se persiguen, y una especial capacidad para mantener el balance entre las ideas y metodologías presentes y la apertura a nuevas ideas y metodologías. En el caso de proyectos de desarrollo tecnológico, es importante también conocer las posibles áreas de aplicación de los resultados -esfera pública, ámbito industrial, etc..
  • Capacidad de trabajo en equipo, planificación, organización y repartición efectiva de los diversos roles y grados de participación entre las partes involucradas, superando las diferencias entre las diferentes disciplinas, y entre las distintas partes interesadas, tanto académicas como no académicas.
  • Actitud proactiva, que facilite las relaciones, el entendimiento y el intercambio de información entre las partes involucradas, así como la resolución de los conflictos que puedan surgir entre las mismas.

2. El proceso de investigación TDR

El proceso de investigación TDR está compuesto por diferentes fases, cada una de ellas con sus características y problemas propios tal y como apuntan los estudios de (Cupps, 2014; Lang et al., 2012; Perdelwitz, 2017) y las experiencias descritas en el capítulo 5 del presente volumen.

A continuación, presentamos dichas fases siguiendo el esquema de Lang et al. (2012) -ver Figura 2-, con el fin de examinar las barreras y posibles soluciones relativas a cada una de ellas. La intención última es que esta sección pueda servir de ejemplo para la estructuración de nuevos proyectos TDR, y que constituya a su vez una guía de buenas prácticas. En todo caso, este enfoque, aunque bastante general, recoge un tipo particular de proyecto TDR que cubre desde la investigación a la resolución aplicada de problemas. Por ello, podría no ser representativo de todos los posibles esquemas de desarrollo, no reflejando adecuadamente por ejemplo a aquellos centrados fundamentalmente en el avance en la investigación básica, o a los dedicados únicamente a las fases de desarrollo, innovación, etc. Consecuentemente, no debería considerarse como un esquema normativo en ningún caso.

Figura 2. Modelo conceptual de un proceso de investigación transdisciplinar. Fuente: Lang et al. 2012.

2.1- Fase A. Diseño de los principios de colaboración orientados al problema específico y formación del equipo de trabajo.

  • 2.1.1- Identificación y definición del problema a afrontar.

Aunque pudiera parecer una obviedad, la definición del problema de estudio y su alcance desde un enfoque TDR puede resultar problemática. En estos casos, se deben identificar y definir problemas relevantes para la sociedad que están más allá de la simple búsqueda de generación de conocimiento o de excelencia científica. Para ello, se hace necesario que todas las partes implicadas participen activamente en la identificación y definición de dicho problema, alcanzando un balance entre la normatividad científica y los criterios políticos y socioeconómicos (Arinyo i Prats, 2020; Bocanegra-Barbecho, 2020; La Roca, 2020).

En la identificación de qué problemas sociales necesitan una mayor atención (Romanowska, 2020), resulta fundamental la consulta a las entidades políticas, sociales y económicas pertinentes. Tras ello, ese problema o reto social se convierte en un problema científico (Jahn, Bergmann, & Keil, 2012). En ocasiones, es el ámbito público, industrial o social el que da el primer paso debido a una necesidad práctica concreta, y en otras, es el ámbito científico el que intenta involucrar al ámbito no científico, siendo raras las ocasiones en que la iniciativa se toma de forma conjunta. Este primer paso es fundamental, ya que el abandono de las zonas de confort respectivas supone un gran reto, implicando la superación de reticencias e inercias propias, y dejando a un lado las limitaciones de las perspectivas propias y las divergencias.

  • 2.1.2- Formación del equipo/grupo de trabajo

La generación de un equipo capaz de afrontar el proyecto supone una doble complicación. Por una parte, en la mayoría de los casos solamente es posible involucrar a un número limitado de miembros, debido a cuestiones presupuestarias, de coordinación y metodológicas. Por otra, existen dificultades a la hora de encontrar perfiles adecuados, con experiencia TDR previa y que representen a todas las partes involucradas.

En cualquier caso, lo ideal es que el equipo cuente con la adecuada representación de la totalidad de las partes interesadas/involucradas en el problema de estudio, incluyendo tanto perfiles académicos (personal científico experto en las diferentes disciplinas) como no académicos (profesionales y usuarios finales) (Bocanegra-Barbecho, 2020; La Roca, 2020). El grupo debería gestionarse mediante el reparto de responsabilidades, la creación de una arena común y el desarrollo de un lenguaje compartido en un proceso en continua evolución, superando en la medida de lo posible formaciones preestablecidas (Prignano & Lozano, 2020; Romanowska, 2020).

La integración de los sectores académicos y no académicos, si bien pone el foco en problemas reales, no está exenta de potenciales problemas. Por ejemplo, el hecho de que cada parte pugne por concentrar los medios y resultados en su propio ámbito puede producir conflictos como los siguientes (Bruce et al., 2004):

  • El interés por la comercialización de los resultados de la investigación o la implementación de distintas políticas puede generar presiones que conduzcan a resultados prematuros.
  • Los posibles retrasos en la entrega de resultados pueden poner en peligro aplicaciones y movimientos comerciales y políticos. Así, la implicación y el interés de usuarios finales (como el ámbito industrial o el político) en el desarrollo de proyectos de este tipo, pueden ser más difíciles de mantener a largo plazo.

Por ello, la inclusión de todas las partes implicadas en el diseño y el desarrollo del proyecto a través de un plan claro de acción se hace indispensable (Bocanegra-Barbecho,2020; Galech, 2020; La Roca, 2020).

  • 2.1.3- Definición conjunta de los objetivos y preguntas de investigación específicas.

Una de las características y dificultades de este tipo de investigación colaborativa es su naturaleza cambiante, es decir, el proceso de trabajo está expuesto a cambios, y las bases teóricas y metodológicas necesitan ser ajustadas continuamente. La solución pasa por una clara definición conjunta de los objetivos, límites, preguntas de investigación específicas y criterios de medición de resultados (por ejemplo, conveniencia y viabilidad), así como por la evaluación conjunta de los posibles escenarios futuros, riesgos y contingencias.

  • 2.1.4- Establecimiento del marco metodológico. La falta de metodologías aglutinadoras.

Las prácticas de investigación TDR -al igual que la investigación disciplinar tradicional- deben desarrollarse de acuerdo a unos criterios y estándares de calidad a la hora de adoptar y aplicar un marco metodológico (Coto-Sarmiento, 2020; Galech, 2020; Romanowska, 2020). Pero dichos estándares y criterios no son tan claros ni están tan desarrollados como los que se aplican en áreas científicas tradicionales, lo que puede llevar a conflictos tanto entre las diferentes disciplinas involucradas, como entre las partes académica y no académica a la hora de juzgar la calidad científica, la efectividad práctica y la legitimidad de una determinada metodología.

Con el fin de superar estas limitaciones y de desarrollar estrategias innovadoras, es primordial encontrar de manera consensuada el marco metodológico más adecuado para responder a las preguntas específicas que guían la investigación; dicha metodología, a su vez, habrá de ser lo suficientemente flexible y aglutinadora para que mantenga y fomente la cooperación entre las diferentes partes involucradas durante la totalidad del proyecto.

2.2- Fase B. Generación de conocimiento orientado a problemas y transferible a través de investigación colaborativa.

  • 2.2.1- Asignación y mantenimiento de roles específicos para cada participante en el proyecto.

En este punto, uno de los problemas principales es el de generar y mantener un balance adecuado en el proceso de investigación entre el rigor científico y la relevancia socioeconómica. Para ello, es necesaria la asignación de roles y responsabilidades apropiadas a cada parte integrante del proyecto de forma transparente, asegurando el balance entre teoría y práctica, y basando a su vez estas decisiones en el marco organizacional establecido en la fase anterior.

En este sentido la coordinación debe hacer frente a la alta complejidad y diversidad propias de estos proyectos, asegurando que el conocimiento de todas las partes implicadas se vea representado, haciéndose cargo de las necesidades de intercambio teórico y metodológico, y resolviendo cualquier posible conflicto.

  • 2.2.2- Aplicación y ajuste de los criterios teóricos y metodológicos.

En este punto el equipo de investigación pondrá en práctica y desarrollará los criterios teóricos y metodológicos establecidos en la fase anterior. Para ello, es importante usar criterios y herramientas que apoyen el trabajo en equipo y la colaboración entre todas las partes implicadas, lo que permitirá monitorizar la calidad del trabajo y hará los resultados accesibles para todos los destinatarios. En este sentido, los criterios teóricos y metodológicos se irán ajustando en consonancia con la naturaleza cambiante del proceso TDR, mediante el cuestionamiento de los criterios establecidos o la inclusión de teorías y métodos novedosos que faciliten la producción e integración de conocimiento.

2.3- Fase C. Re-integración y aplicación del conocimiento generado.

  • 2.3.1- Revisión desde las dos perspectivas.

La revisión y posibles correcciones de lo generado en la fase anterior ha de hacerse desde las dos perspectivas, esto es, desde la perspectiva científica y desde la perspectiva socioeconómica, asegurando y haciendo visible el proceso de aprendizaje mutuo y de superposición entre ambas. Para ello, resulta primordial el empleo de diferentes formas de revisión e interpretación, a fin de que ambas perspectivas apliquen sus respectivos criterios, como la calidad e impacto científico y la aplicabilidad práctica.

  •  2.3.2- Generación de “productos”.

El conocimiento y los resultados generados por el proyecto se deben presentar y traducir en “productos” o más en terminología de gestión de proyectos, “entregables”, es decir, resultados que contribuyan, tanto al progreso y la innovación científica, como a la solución y transformación de problemas concretos (publicaciones, patentes, informes, planes de acción, etc.) (Galech, 2020). Pero aquí se presentan dos problemas; por un lado, llegar a un consenso general a la hora de establecer los criterios que definan lo que se considera como un resultado válido, que no pueda ser tachado de vago o ambiguo por ninguna de las partes implicadas. Por otro, la presión que llevan aparejada este tipo de proyectos y el miedo al fracaso pueden conducir a la adopción directa de soluciones preestablecidas o conocidas anteriormente, limitando así el alcance del proyecto y mermando su interés y su potencial TDR.

Un aspecto que puede ayudar en este punto es la generación continua de borradores y “prototipos” durante el desarrollo del proyecto, lo cual puede servir para identificar de forma ágil aspectos imprevistos e inesperados que puedan dificultar el desarrollo del proyecto, así como para corregir posibles errores.

  • 2.3.3- Evaluación del impacto científico y social.

Tanto a lo largo del proyecto como una vez completado, las diferentes fases de su desarrollo han de ser evaluadas, tanto por parte de los miembros del proyecto como por revisores externos, con el fin de demostrar su impacto, tanto científico como social, y de documentar/resumir el conocimiento obtenido y/o las lecciones aprendidas que puedan ser útiles para la puesta en marcha de futuros proyectos TDR. Tanto el impacto científico como el social han de ser medidos en referencia a los criterios de medición de resultados establecidos en la fase A, teniendo en cuenta que esos criterios han podido sufrir modificaciones y ajustes en el curso de ejecución del proyecto.

2.4- Indicaciones relativas/aplicables al conjunto del proceso.

  • 2.4.1- Resolución de conflictos.

El contexto altamente colaborativo que implica la investigación TDR supone la existencia de diferentes roles, visiones y posiciones teóricas y metodológicas en continuo cambio, lo cual puede provocar una serie de conflictos que pueden afectar al correcto desarrollo del proyecto. Con el fin de solucionar y, en lo posible prevenir estos conflictos, se pueden tomar medidas como las siguientes: foros de discusión, reuniones de negociación y mediación y lo que es más importante, que el conjunto de las partes implicadas mantenga una actitud constructiva, comprensiva y tendente a la construcción de puentes entre las diferentes disciplinas y actores involucrados, y a percibir el proyecto como un proceso de aprendizaje continuo.

  • 2.4.2- Preservar y fomentar la participación de las partes implicadas.

Un problema importante es el mantenimiento del interés de las diferentes partes implicadas a lo largo del desarrollo del proyecto. La larga duración de este puede provocar una pérdida de constancia. La infravaloración inicial de la carga de trabajo o la falta de medios pueden ser contrarrestados mediante el fomento de la máxima participación posible a través de reuniones que faciliten la discusión, pero sobre todo a través de la implicación de todos los stakeholders en las deliberaciones, negociaciones y toma de decisiones acerca de los aspectos importantes del proyecto.

Referencias

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Terra Incognita: Libro blanco sobre transdisciplinariedad y nuevas formas de investigación en el Sistema Español de Ciencia y Tecnología Copyright © 2020 por (Eds.) Jorge Caro; Silvia Díaz-de la Fuente; Virginia Ahedo; Débora Zurro; Marco Madella; José Manuel Galán; Luis R. Izquierdo; José Ignacio Santos; y Ricardo del Olmo se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución 4.0 Internacional, excepto cuando se especifiquen otros términos.

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